La guerra de trincheras en la I Guerra Mundial


Fuego artillero sobre soldados franceses

La Primera Guerra Mundial fue el primer gran desastre bélico del siglo XX. El uso de nuevas armas y la extensión del conflicto a escala planetaria lo convirtieron en devastador por sus consecuencias. La guerra de trincheras fue la consecuencia lógica de la estabilización de los frentes en el oeste a partir de finales de 1914. Durante años las tierras de Bélgica y del norte de Francia se convirtieron en un terrible infierno.
En 1914 y siguiendo las previsiones de Plan Schlieffen, los alemanes atraviesaron Bélgica y se lanzaron sobre Francia, empujando a los ingleses hacia Mons y a los franceses hacia Charleroi. La "batalla de las fronteras" reveló el error de cálculo del Estado Mayor francés sobre los efectivos germanos. Por su parte los alemanes, bajo la dirección de Moltke continuaron la penetración y el gobierno francés se vió obligado a abandonar París. El 2 de septiembre las vanguardias alemanas llegaron a Senlis, a 25 km de la capital francesa. El  contraataque, planificado por Joffre, se concentró en el río Marne, donde se había colocado el ala derecha alemana. Los alemanes corrieron el peligro de ser desbordados y ver cortadas sus comunicaciones. La batalla del Marne en septiembre de 1914 supuso el fracaso del Plan Schlieffen y provocó la sistitución de Moltke por Falkenhayn como generalísimo alemán.
Fracasado el avance en punta hacia París, los alemanes iniciaron las batallas de Flandes, la carrera hacia el mar, ocupando sucesivamente Yprès, Gante y Brujas. Aseguraron así sus comunicaciones a través de las llanuras belgas, pero a cambio de renunciar al hundimiento de Francia. Un frente de 800 km, desde la costa del Canal de la Mancha hasta la frontera suiza, marcó la situación de los ejércitos. En el frente occidental había fracasado el plan de movimientos en profundidad de los alemanes.


Con la falta de fuerza de los contendientes para romper el frente y la multiplicación de las ametralladoras, arma más propia para la defensa de posiciones que para el asalto, aparece una nueva forma de lucha: la trinchera. Se excavan kilómetros de fosos, se protegen con sacos terreros y con alambradas, se refuerzan con casetas de cemento, y los ejércitos parecen iniciar una especie de guerra de topos, en la que sobre los soldados de primera línea se acumulan todas las incomodidades y peligros como los frecuentes bombardeos artilleros. En 1915 aparecieron los gases asfixiantes y los lanzallamas y en 1916 los primeros tanques, pero ninguna de las nuevas armas resultó decisiva para destrozar los sistemas de trincheras.


Soldados ingleses descansando en las trincheras




Las primeras trincheras fueron concebidas como construcciones temporales pero la prolongación de la estabilidad del frente occidental llevó a su consolidación, refuerzo y complejización. Se trata de zanjas cavadas en la tierra en forma de zig-zag o almenada para evitar el tiro de enfilada y reducir la efectividad de los ataques aéreos. Las líneas de trincheras se completaban con pequeños refugios o abrigos, puestos de guardia y de enfermería y nidos de ametralladoras. La efectividad de las trincheras como elementos de protección de la tropa se vio limitada por el desarrollo de la aviación, el empleo de armas químicas y el surgimiento de nuevos protectiles como los obuses Shrapnels, que contenían multitud de bolitas de plomo.
Para el enemigo la toma de una trinchera enemiga se convertía en una tarea casi imposible. Tenían que sortear una tupida red de alambradas de espino y zanjas, así como hacer frente a numerosos nidos de ametralladoras de gran capacidad mortífera. Con frecuencia, los zapadores de ambos bandos buscaban dinamitar la trinchera contraria cavando túneles que alcanzaran el terreno enemigo.



Las condiciones de vida en las trincheras eran muy difíciles y dejaron graves secuelas psicológicas en muchos de los ellas combatieron. La escasez de suministros provocaba una permanente carestía y una clara deficiencia en la alimentación que debilitaba a los soldados y favorecía la extensión de enfermedades. El barro otoñal e invernal complicaba los movimientos y la vida diaria. Las plagas de ratas y piojos, empeoradas por la falta de higiene, convertían las noches en un calvario. El frío húmedo que en algunos inviernos alcanzó temperaturas de más de 20 grados bajo cero favoreció la aparición de los llamados "pies de trincheras", pies azules y sin vida, propensos a sufrir cangrena. Sobre todo después de un combate reciente, el olor a putrefacción de los cadáveres en descomposición en tierra de nadie inundaba las trincheras de ambos bandos. A todo esto, se añadía un aburrimiento desquiciante y el miedo permanente a perder la vida atacando o siendo atacado.
En ocasiones la situación derivó en graves motines y la negativa de los soldados a seguir luchando. Ese fue el caso de la cansada 2ª División francesa, compuesta por veteranos de la Batalla de Verdún, que el 3 de mayo de 1917 y el contexto de la batalla de Chemin des Dames se negó a seguir sus órdenes y se presentaron a sus jefes borrachos y sin armas. Sus oficiales no se atrevieron a castigar a toda una división y no se pudieron tomar medidas severas. Posteriormente los motines afectaron a 54 divisiones francesas y produjeron la deserción de 20.000 hombres. Sin embargo, las llamadas al patriotismo y el deber animaron a los soldados a volver a sus trincheras, aunque se negaron a participar en acciones ofensivas.




Alemanes festejando la navidad en las trincheras


Escena brutal en las trincheras francesas

El uso de la ametralladora y la guerra química
 fueron características de la contienda

A finales de 1915 parece imposible romper los frentes. Falkenhayn piensa en elegir un punto sobre el que pueda efectuar una guerra de desgaste y convertirlo en una fase ulterior, en zona de penetración. Se elección es Verdún; su procedimiento, asaltos incesantes. La ofensiva de Verdún se inició en febrero de 1916. Los franceses, mandados por Pétain, resistieron con tenacidad; entre febrero y junio murieron cerca de 250.000 alemanes y 275.000 franceses. Desde julio Foch inició ofensivas sobre el Somme en las que los británicos tuvieron un papel relevante y obligaron a los alemanes a retirar cuerpos de ejército de Verdún, poniendo de manifiesto el fracaso del plan Falkenhayn. En la batalla del Somme, los aliados utilizaron cantidades nunca vistas de artillería. A pesar de un bombardeo artillero incesante de una semana, los ingleses perdieron 60.000 hombres en el primer día de ataque. En una semana sólo habían avanzado una milla, a lo largo de un frente de seis. En un mes, habían avanzado dos millas y media. La batalla duró desde julio a octubre y costo la vida a medio millón de alemanes, 400.000 ingleses y 200.000 franceses. No se ganó nada que tuviese un cierto valor.
En 1917 la guerra de posiciones se mantuvo a pesar de los intentos por romper el frente enemigos que atestiguan batallas como las de Yprès, Vimy o Cambrai. Yprés fue una nueva carnicería de grandes proporciones en la que murieron más de 400.000 soldados británicos, mientras que la de Cambrai es conocida porque los británicos emplearon en ella por primera vez de forma masiva los tanques.
Hubo que esperar a 1918 para que la situación comenzara a moverse y los alemanes terminaran cediendo. Aunque el frente oriental desapareció con la retirada rusa de la guerra, la entrada de los EEUU terminaron por descompensar el equilibrio de fuerzas. A eso se añadió que los alemanes, a pesar de lanzar diversas ofensivas en la primavera, mostraron claros signos de agotamiento que terminaron con su rendición a finales de ese año.







Trincheras alemanas reforzadas con ametralladoras

Aquí presento algunos TESTIMONIOS de soldados de la Primera Guerra Mundial recogidos en el  manual de Prats, J.: Historia del mundo contemporáneo. Editorial Anaya,  Madrid, 1996.

"Fuera, con los pies inmediatamente enterrados, sacudo trozos de  barro glacial que me pesan en las manos... Retomo mi marcha, las piernas abiertas, atravesando la tierra blanda de los desprendimientos, sondeando prudentemente el fango que tapa los hoyos. Y pese a todo, a veces, el sitio hacia el que he lanzado mi impulso se hunde, el barro aspira mi pierna, la agarra, la paraliza; debo hacer un gran esfuerzo para liberarla. Del fondo del agujero que se ha llenado en seguida de agua, mi pie saca un lío de cables en el que reconozca la línea telefónica. Justamente ahí aparece el telefonista encargado de reparar las líneas, trae la cara contraída por las agujas heladas de la lluvia: <<¡Vaya desbarajuste! ¡No se ha conservado nada ahí dentro! ¡sólo hay barro y cadáveres!. Si, cadáveres. Los muertos en los combates de otoño, que habían sido enterrados someramente en el parapeto, aparecen a trozos en los desprendimientos de tierra."
                                                                                              Paul Tuffrau. Carnets d`un combattant

"Esos tres días pasados encogidos en la tierra, sin beber ni comer: los quejidos de los heridos, luego el ataque entre los boches (alemanes) y nosotros. Después, al fin, paran las quejas; y los obuses, que nos destrozan los nervios y nos apestan, no nos dan tregua alguna, y las terribles horas que se pasan con la máscara y las gafas en el rostro. ¡los ojos lloran y se escupe sangre!. Después los oficiales que se van para siempre; noticias fúnebres que se transmiten de boca en boca en el agujero; y las órdenes dadas en voz alta a 50 metros de nosotros; todos de pie; luego el trabajo con el pico bajo las terribles balas y el horrible ta-ta-ta de las ametralladoras."
                                                                                Carta de un soldado francés. Verdún, marzo 1916
                                                         
"Viernes 25 de febrero:
El ejército de 250.000 a 300.000 hombres bajo el mando del comandante kronprinz se precipita sobre nuestras trincheras que defienden Verdún. Hasta ahora no aparecemos. Hay que soportar el golpe sin decaer. Nuestras tropas han cedido terreno bajo la avalancha de hierro de la gran artillería y bajo la impetuosidad del ataque. Los comunicados de Berlín, muy tranquilos, dicen que las líneas francesas han sido destruidas ya sobre un frente de 10 km sobre una profundidad de 3 km.
Las pérdidas son inmensas en ambos lados. Nosotros habíamos perdido 3.000 prisioneros y una gran cantidad de material. Nuestros comunicados, muy sobrios, indican que hemos debido ocupar las posiciones de repliegue, pero que nuestro frente no había sido hundido.

Miércoles 29 de marzo:
La batalla de Verdún, la más larga y la más espantosa de la historia universal, continúa. Los alemanes, con una tenacidad inaudita, con una violencia sin igual, atacan nuestras líneas que machacan y roen (...). Nuestros heroicos poilus (soldados) están bien a pesar del diluvio de acero, de líquidos inflamables y de gases asfixiantes".
                                                                       Doctor Marcel Poisot: Mi diario de guerra (1914-1918)

En su trabajo SED DE SANGRE  la historiadora Joanna Burke ha estudiado el comportamiento de los soldados en las guerras del siglo XX, incluida la Primera Guerra Mundial. Estos son  algunos de los testimonios que recoge:

"Los que inhalamos menos de ese veneno asqueroso nos pusimos negros y nos llenamos del odio más mortal. Luego, con todas las fuerzas que fuimos capaces de reunir, matamos y matamos y matamos. Más aún, matamos brutal y salvajemente. Puntas de bayoneta afiladas y torcidas, fusiles como porras, cuchillos arrebatados con rapidez y enterrados hasta el puño... una muerte rápida ... un súbito atracón de odio ... la lujuria de la batalla... venganza... ¡locura!.
                                                                                    Testimonio de Harold Peat, soldado canadiense

"El alemán al que disparé y que murió después era un hombre apuesto, y yo estaba ahí cuando el pobre tío falleció. Realmente me siento mal, pero era su vida o la mía, él me habló, pero ninguno de nosotros podía entender una palabra de lo que decía, para decirte la verdad hasta he derramado lágrimas, pensé para mí mismo que él también tenía una madre o un padre y una novia y otro montón de cosas semejantes, realmente me sentí mal, pero, Dios sabe, no pude evitarlo"
                                                                           Testimonio del soldado británico Daniel John Sweeney

"Estaba tan excitado que temblaba muchísimo. Fui el primero en salir de la trinchera y en este punto, vi un alemán bastante joven, que corría hacia la trinchera, con las manos levantadas, pidiendo clemencia. Le disparé de inmediato. Verlo caer fue una experiencia celestial. Un oficial de la Lincoln se puso furioso conmigo, pero lo que nos debían estaba por encima de cualquier otra consideración."
                                                                                                 Testimonio del soldado A. Ashurt Moris


Finalmente selecciono algunos vídeos que me parecen de interés para trabajar sobre el tema, incluyendo unos fragmentos de la mítica película SENDEROS DE GLORIA:











                


     
Blog didáctico de Juan Carlos Doncel Domínguez (IES Norba Caesarina, Cáceres)